La historia de hoy es muy especial, por muchas cosas, pero entre otras porque es la misma novia, Patri, quién ha escrito como vivió su bonita boda industrial en Barcelona.
Jaume y Patri se conocieron trabajando en una startup tecnológica llamada Zyncro, donde además de compartir muchas horas de trabajo y cascos para escuchar Extremoduro, acabaron compartiendo mucho, pero que mucho más.
De hecho, 4 años después de que saltaran las chispas (digitales y de otro tipo), decidieron dejarlo todo e irse a dar una vuelta al mundo durante 7 meses.
Tras aquella experiencia que les cambió la vida, Jaume, un geek, runner y urban sketcher y Patri, una friki del Marketing de origen vasco, decidieron embarcarse en una nueva gran aventura: su boda. Una boda que querían que reflejara su autenticidad y su manera de entender la vida. Llena de experiencias, ecléctica, urban, industrial, tecnológica y emotiva. Y así lo hicieron. Descubrieron el súper espacio de Doble36 que se ubica a 10 minutos de su casa en el evento Unusual Weddings organizado por Clandestine Events y se pusieron manos a la obra a crear el que sería el evento de sus vidas, le pusieron un hashtag #22aboda, por celebrarse el 22 de abril y por estar en el barrio de la innovación de Barcelona conocido como el 22@, diseñaron ellos mismos su invitación de boda y… ¡a esperar al gran día!
Y así fue como empezaron a darle forma a lo que sería su boda industrial en Barcelona.
Contrataron a Catering L’Empordà para que la experiencia gastronómica fuera acorde con el resto de actividades que tenían preparadas y montaron el espacio a su gusto con la colaboración del súper equipazo de Clandestine Events.
La ceremonia se celebró en la Factory de Doble36. Allí ninguna lágrima que pudieran llevar los invitados quedó oculta… lágrimas que se acompañaron de muchas sonrisas y más aún bocas abiertas, ¡y es que los anillos llegaron en un dron!
Un aurresku coronó la salida de los novios, que se fueron directamente de la fábrica al mercado a compartir su felicidad con los puestos donde compraban cada sábado.
El cocktail y banquete tuvieron lugar en la sala Grande y Diáfana respectivamente mientras los invitados iban descubriendo todos las sorpresas que Jaume y Patri habían preparado para ellos: un par de polaroids, los diferentes photocalls, el rincón de las bailarinas con súper poderes, el futbolín, todos los tweets y fotos de instagram de la boda proyectadas en la pared…
Y es que todo fueron detalles en esa boda. Como era el fin de semana de Sant Jordi, fecha cuidadosamente elegida por Patri para que su familia vasca pudiera disfrutar de la diada en la ciudad condal, cada invitado recibió un marcapáginas diseñado por el novio con una cita personalizada y escrita a mano por la novia. Las rosas y los tulipanes rojos acompañaron a los bajo platos de múltiples colores y a los vasos rosas sobre 2 mesas imperiales. Los novios bailaron, rieron y lloraron a partes iguales, igual que todos los allí presentes.
El día acabó con una discoteca en la sala creativa que nadie quería que acabase… algo que no era de extrañar con ese menú de cocktails también personalizado que montaron los novios, los chupitos del amor con piruletas de corazón, las bengalas, el ponche casero… Los invitados se lo pasaron como niños entre los diferentes elementos que conforman la decoración del espacio y cantaron y bailaron (rapidito y Despasito) como si no hubiera un mañana.
22aboda no defraudó, los novios estaban en una nube, los invitados encantados y llenos de regalos que se llevaron en una bolsa también diseñada por los novios… y lo mejor es que 2 días después los novios estaban ya camino de Sudáfrica disfrutando de esta nueva aventura que acababan de comenzar. Y lo que les queda.
Jose Pleguezuelos | Fotógrafo de Bodas